Cuando hablamos de liderazgo tendemos a encorsetar demasiado los conceptos. Emparejamos todo lo participativo, la cooperación y el estilo negociador con lo que es bueno, válido y eficaz; y al contrario, identificamos el estilo autoritario como el menos conveniente que da origen a líderes que son temidos y odiados. Ni lo uno ni lo otro. […]
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